Tras esperar a que Carmenbert Gorgonzola saliera del trabajo, nos encaminamos un mediodía al barrio de Las Letras. Concretamente a un gastrobar del que habían escuchado hablar: Mr. Frank.
Mr. Frank |
Justo detrás del Palacio de Congresos, situado en el número 6 de la calle Jovellanos encontramos este bonito restaurante. Dividido en dos ambientes. En primer lugar una antigua bodega restaurada con ladrillo visto separado en dos salas y pensado para ubicar a reuniones para pasar un almuerzo o cena agradable, provisto también de una barra y el acceso a los servicios.
Subiendo unas escaleras, encontramos el segundo espacio. Amplio, luminoso, algo rústico y agradable, en la planta superior encontramos un salón decorado con mesas de madera, palés rescatados y sillas de diversas procedencias y ambientes, además de un banco corrido en uno de los laterales.
Llegamos algo tarde pero nos acomodaron en seguida. El propio dueño, Paco Ramos "Mr. Frank" nos atendió estupendamente, da gusto el buen trato que recibimos por su parte.
Tras ojear la carta nos decidimos por un menú del día y dos platos aparte para las dos:
Servicio. |
Ensalada de espinacas baby con nueces de macadamia, bacon crujiente y vinagreta de mostaza. 7€/plato. |
Tataky de atún rojo con mayonesa de soja y alga makame. 12€/plato. |
Taco de salmón sobre crema de hinojo y cebolla negra. 9'5€/plato. |
Risotto de boletus y queso Idiazabal. 10'5€/plato. |
Brownie de chocolate. |
Empezamos por la ensalada de espinacas: fresca y suave, acierto absoluto de la vinagreta de mostaza, aún así algo insípida. Correcta.
El tataky de atún para mi gusto muy bueno, poco hecho, casi nada vaya. A Carmen no le entusiasmó demasiado, sí que es verdad que el atún tenía regusto a ahumado pero no por ello estaba menos rico.
El salmón exquisito, buen taco de pescado con acompañamiento de cebolla negra que le daba contraste de sabor estupendo. Acierto asegurado.
Obviamente acompañada por Carmenbert no tenía más opción que pedir risotto de boletus. Pero no, éste tampoco alcanza la altura del risotto del Zelai. Un poco al dente y demasiado queso para nuestro gusto, aún así, comible.
Por último, y que conste que porque venía incluído en el menú no por el hambre, pedimos brownie de chocolate. Muy rico, abundante y jugoso.
Todo ello más tres coca-colas light (1'70€) sumaron 39'90€. Esta vez la indeseada
corrió a cuenta de Carmen.
En resumen, lugar agradable donde reunirte con amigos y degustar una cocina elaborada con buena relación calidad-precio (para el nivel adquisitivo de Madrid).
A resaltar el buen servicio del dueño y la buena decoración.
Valoración de Pepa: 7'5 / 10.
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